Con ocho basta
Revista Top Auto (España). Diciembre de 1992
Sólo ocho apasionados coleccionistas españoles tendrán la oportunidad de adquirir el más moderno y ambicioso de los automóviles de la marca del Biscione: El RZ
ALFA ROMEO se está volcando en estos comienzos de la década de los 90 en la recuperación de la imagen deportiva que antaño le dio prestigio. Y uno de sus instrumentos para ello ha sido la creación de modelos casi artesanales, producidos en series muy cortas, y destinados a una reducida minoría de coleccionistas. El objetivo: reforzar los cimientos de su imagen «racing» y de su nivel de sofisticación técnica. El primer paso fue la aparición del S.Z., un coupé diseñado por Carrozería Zagato y dotado de una mecánica derivada de la empleada en el desaparecido Alfa 75. Ahora, desde hace apenas un mes, el segundo paso tiene la denominación R.Z. Grosso modo, el nuevo modelo es una evolución de su predecesor. Básicamente, sobre su misma base se ha realizado un roadster -de ahí la inicial en su nombre- que mantiene las cualidades básicas, aunque con algunas mejoras de pequeña índole.
Fabricado a un ritmo de cuatro unidades diarias hasta completar un total de trescientas cincuenta, el Alfa R.Z. destaca excepcionalmente por la agresividad de sus formas, que estéticamente se han visto beneficiadas con la «desaparición» del techo rígido, sustituido por la capota multicapa de lona que queda oculta tras abatirse manualmente bajo una tapa cuyo diseño nos recuerda a la del R-19 Cabriolet, con una sobreelevación tras los dos reposacabezas. La carrocería, realizada en resina metacrílica y fibra de vidrio, incorpora diversas modificaciones con relación al S.Z. Del capó delantero, que incorpora un reborde para proteger los limpiaparabrisas, han desaparecido las rejillas de ventilación. Además, el paragolpes ha perdido tres centímetros de altura respecto del suelo para evitar toques con pequeños obstáculos de la carretera, en tanto que las faldillas laterales son de nueva factura, como las ventanillas, cuyo borde es curvo para adaptarse a la línea inferior de la capota.
En el interior lo más significativo es la remodelación del tablero de instrumentos. Su fondo, que en el S.Z. era de fibra de carbono, es ahora de material plástico e incorpora toda la instrumentación con esferas de fondo blanco, siguiendo la moda más reciente, pero a la vez más cuestionable. Por otra parte, la consola central se prolonga ahora a lo largo del pequeño habitáculo hasta llegar a la zona destinada al equipaje, que apenas permite albergar dos o tres bolsas de viaje o una sola maleta de dimensiones no demasiado exageradas. Como el salpicadero, los asientos deportivos absolutamente envolventes están revestidos en cuero, negro si la carrocería es amarilla o rojo y rojo si ésta es negra.
Entre el espacio para equipajes y el pequeño hueco para la rueda de repuesto sólo hay espacio para dar cabida a la capota tras ser abatida. Esta tarea no es demasiado compleja. El primer paso es accionar un pulsador que eléctricamente libera la tapa; después, tras liberar los anclajes del parabrisas, basta con replegarla y cerrar de nuevo la tapa, trabajo que apenas requiere un minuto. De cualquier modo, para tratarse de un coche que tendrá un precio en España cercano a los doce millones de pesetas, no habría estado de más un sistema eléctrico.
REFORZADO
El hecho de prescindir del techo y sus montantes como elemento estructural ha implicado un reforzamiento del monocasco, construido íntegramente en acero, especialmente en lo referido a los largueros laterales y al montante del parabrisas, que en caso de accidente cumple la misión de barra antivuelco. Esto ha supuesto un incremento del peso del coche respecto al S.Z. en torno a los 100 kilos, lo que no ha supuesto una
merma desde el punto de vista de su ventajosísima relación peso/potencia y, por tanto, de su rendimiento.
El R.Z. comparte la mecánica con el S.Z.. Está equipado con el conocido V-6 a sesenta grados de 2.959 cm3 que desarrolla una potencia de 210 caballos, cifra más que suficiente aunque para los más «veloces» no habría estado de más el nuevo propulsor multiválvulas de 230 CV. Con una elasticidad y progresividad en su entrega de potencia intachable, este motor se ve perfectamente complementado por una caja de cambios de escalonamientos y desarrollos casi perfectos que permite sacarle el máximo partido, como demuestran los 230 km/h y los poco más de siete segundos necesarios para pasar de 0 a 100 km/h.
El último roadster Alfa RZ descubre la eficacia de los mejores deportivos de la marca italiana bien combinada con la personalidad de una carrocería firmada por los hermanos Zagato
Con el objetivo de conseguir el más óptimo comportamiento dinámico, el R.Z., como su predecesor, cuenta con un sistema de transmisión transaxle, esto es, con el embrague y la caja de cambios integrados en el eje trasero, que es el encargado de transmitir la potencia al asfalto. De esa forma, sobre el eje delantero reposa el 56 por 100 del peso y sobre el posterior el 44 por 100 de un total de 1.380 kilos. Por el mismo motivo, el baricentro del coche se ha rebajado al máximo, siendo el resultado una altura mínima respecto al suelo de sólo seis centímetros. Esto y un excelente guiado de las suspensiones (de paralelogramos superpuestos delante, y De Dion con paralelogramo De Watt detrás) hace posible que la velocidad de paso en curva sea sorprendentemente elevada, algo en lo que también tiene que ver la geometría de ambos trenes, cuyo reglaje es por medio de rótulas «uniball». La dirección servoasistida, muy rápida y con una dureza perfecta y unos frenos potentes, aunque con una modulación criticable, completan una mecánica catalogable como sobresaliente desde el punto de vista de la efectividad. Sólo nos queda saber quiénes serán los ocho propietarios de un automóvil francamente excepcional. Parece ésta una pre-unta tonta, pero si se adjudican a ocho concesionarios para que los coloquen en sus exposiciones, el RZ no pasará de ser un automóvil de salón, un vehículo muerto, parado. Por el contrario, si realmente se venden esas ocho unidades a ocho automovilistas, que lo compren para usarlo y, en definitiva, para disfrutarlo, el RZ será un modelo «vivo» al que se pueda ver por las calles.
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