Con sabor americano
Revista Motor 16 (España). Nro 522. Año 1994
El Le Baron es un tracción delantera de casi 4,7 metros de longitud, suspensión independiente delante, eje rígido trasero y dirección asistida. Para ser un coche de esa longitud, es criticable hasta cierto punto por la especial filosofía del coupé, la habitabilidad trasera. El espacio para las piernas no es amplio y es poca la altura desde el asiento hasta el techo. Tampoco es buena la accesibilidad a las plazas traseras porque sólo se abate el respaldo de los asientos. El maletero, aunque no demasiado profundo, admite 400 litros de capacidad.
El motor atmosférico de seis cilindros destaca por su excelente capacidad de recuperación. Como es habitual en los motores americanos desarrolla poca potencia teniendo en cuenta la cilindrada. Para tres litros de cilindrada, una cifra de 136 caballos es poco menos que ilógica en los fabricantes europeos. El rendimiento es muy bueno en todo el margen de utilización normal, excepto por encima de las 5.000 revoluciones por minuto. En la práctica, el Le Baron es un «tractor» que arranca en segunda sin tirones. En marchas largas, desde bajas vueltas, es una delicia comprobar cómo se recupera al pisar el acelerador. En determinadas circunstancias, como en un viraje muy cerrado o en el tráfico urbano, es posible dejar «morir» el motor incluso por debajo de mil vueltas, recuperándose después sin ningún tirón. Las prestaciones no son destacables, aunque la velocidad máxima es de 200 kilómetros por hora. No hay que olvidar que el coche pesa casi 1.400 kilos y el desarrollo de la transmisión es más bien largo, lo que perjudica un poco las recuperaciones pero beneficia el consumo. El comportamiento está condicionado por el eje rígido trasero. Su empleo se debe a un costo de fabricación inferior y a que en América apenas hay carreteras de montaña, donde se aprecian rebotes en conducción deportiva que no perjudican la estabilidad. El Chrysler no está pensado para ir muy deprisa, pero sí cómodo.
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