La evolución de los precios de la nafta y de los automóviles en los últimos días nos lleva a una nostálgica retrospectiva que evoca los tiempos en que la nafta costaba 21 centavos el litro. De 1935 hasta hoy -cuarenta años después- los precios han cambiado bastante ...
"Se acabó. No voy más a trabajar en auto. Ya sé que es mucha plata parada, pero quedará para los fines de semana y chau". Las quejas de Salvador González, un típico representante de la clase media, no constituyeron ninguna novedad para el autor de esta nota, que ya llevaba diez días escuchando las quejas y lamentaciones posibles.
A pesar de estar cuidadosamente atendido y de ser tratado con el mayor de los esmeros posibles, el Falcon de González se había convertido, por culpa de los vaivenes de la economía nacional, en un arma de doble filo: la ida y el regreso desde Belgrano hasta el Centro, sin incluir el estacionamiento, le cuesta a González siete míl pesos diarios; algo así como ciento ochenta y dos mil pesos mensuales nada más que de nafta, algo más de la mitad de un salario básico. González, al menos, tiene un consuelo: no está solo en su batalla, su angustia es compartida, desde los últimos días, con todos los propietarios de cualquier tipo de vehículo de la República Argentina.
LA CAPITAL DEL DESCONSUELO
En cuanto se produjo el aumento, comenzó la espantada, o, mejor dicho, la reclusión. Al igual que el Falcon de González cientos de automóviles comenzaron a mostrarse los sábados y domingos. Las estadísticas oficiales indicaron, para los primeros días, una disminución del 30 por ciento en el consumo, aunque no sería aventurado estimar que el porcentaje creció hasta el 42. Los domingueros, incluso, disminuyeron sus circuitos y el fin de semana a más de cien kilómetros comenzó a orillar la hazaña económica para una familia tipo.
Como era de esperar, no faltaron quienes comenzaron a preguntarse si se justificaba, debido al repetido aumento de precios de los vehículos, disponer de semejante montaña de plata paralizada en un garaje o en una cochera, por la que, a su vez, no se puede oblar menos de 70.000 pesos mensuales.
¿COMO EVOLUCIONO EL PRECIO DE LA NAFTA?
La historia del precio de la nafta ofrece, al interesado, aristas relevantes. Allá por el remotísimo 1935, el desventurado señor González habría podido llenar el tanque de su Ford último modelo a un costo de 21 centavos el litro, algo así como una insignificancia, una travesura de los dioses. Y con su buena dosis de privilegio, puesto que por aquel entonces había un auto cada 37,1 habitantes, un promedio significativo si se lo compara con el actual: un vehículo cada ocho habitantes.
En el año 47, el litro de nafta ya cuesta 35 centavos, precio al que llega después de tres años de estabilidad. Hasta que llega el año 59: imprevistamente, se cambian todas los papeles y la nafta registra el mayor aumento registrado hasta el presente: de 2 a 6 pesos el litro. Esta suba, sin antecedentes hasta entonces, no alteró demasiado el ritmo de un país que acababa de descubrir a Elvis Presley y a Marilyn Monroe, debido a que la cotización de los productos indispensables para el hogar no era tan alta y el promedio de inflación no era, como ahora, vertiginoso. Y una pequeña prueba de ello la da el hecho de que, por aquel entonces se solicitaron, solamente en Capital Federal, un total de 50.708 licencias de conductor, una cantidad notable si se la compara con las 150.293 que fueron solicitadas el año pasado.
UNA COSA DE LOCOS
Tal vez su memoria lo traicione y, entre tantos problemas, no recuerde con claridad lo que vamos a enumerar, pero trate de no caerse de la silla: 1961, además de registrar el nacimiento del Club del Clan y de ratificar el estrellato de Brigitte Bardot (para deleite de los censores argentinos), arrojó un hecho absolutamente inusual: LA NAFTA BAJO DE PRECIO. Sí, no estamos locos, y trate de no derramar ninguna lágrima. De los seis pesos a que se cotizaba el litro hasta entonces, un decreto lo baja a 5,40, un record para el país. Lástima que al año siguiente se acabó la fiesta: 7,00 es el nuevo precio.
El año del asesinato de Kennedy, la nafta cuesta ya 11 pesos; en 1965, 12,50. EI golpe militar de Onganía, en 1966, desata una espiral inflacionaria sin antecedentes: a comienzos de año, el litro cuesta 16 pesos y en noviembre arriba a los 20. Por aquel entonces, y esto va para los amantes de las estadísticas, en Capital Federal se consumían 764.613 litros de motonafta; 1.696.872 en Buenos Aires con un total de 4.362.386 metros cúbicos para todo el país. Estas cifras pueden resultar de singular importancia si se las compara con las del año pasado: en la provincia de Buenos Aires se consumieron 2.382.078, en la Capital Federal 935.584, con un total estimado, para todo el país, de un consumo de 6.097.000 metros cúbicos.
EL COSTO DEL AUTO
¿Se recuerda de 1951?. El Chueco ganaba, con un Alfa Romeo, su primer campeonato mundial. ¿Quién iba a pensar que por aquel entonces la Argentina producía la friolera de dieciocho -sí, leyó bien, 18 automóviles por año, y todas a cargo de Autoar?
Desde entonces, y hasta 1958 se produjeron 63.313 unidades, que sumadas a las 2.930.096 producidas a partir del Régimen de Promoción de la Industria Automotriz arroja, hasta el año pasado, un total de 2.993.409 automotores fabricados en el país, de los cuales 2.109.331 son automóviles, alrededor del setenta por ciento del total.
En 1960, si se estima en 49,66 el salario promedio de un obrero, eran necesarios cincuenta meses y diecinueve días para poder comprar un auto. A fines del año pasado, los esfuerzos del señor González tuvieron más rápido su premio: 21 meses y ocho días de trabajo le bastaron para adquirir su vehículo. Para ello es necesario tener en cuenta que en el '60 el precio medio de un vehículo era de 251.400 pesos moneda nacional, en tanto que a fines de 1974 el precio medio era de 3.623.500 pesos moneda nacional. En la actualidad, mejor cambiemos de conversación.
VOLVAMOS A LA NAFTA
Y al sufrimiento. El precio de la nafta es el barómetro más clarificador de nuestra economía y los saltos que registra desde 1967 hasta la fecha son realmente desalentadores. De los treinta y tres pesos que costaba el litro de común por aquel entonces, en 1969 pasó a cuarenta. En enero de 1971 el litro costaba 45 pesos y en diciembre de ese mismo año subió a 63.
Doce meses más tarde, cualquier hijo de vecino debía pagar 70 pesos el litro. Pero la carrera no se detenía. En marzo de 1973, el litro de nafta común pasó a costar 90 pesos; tres meses más tarde, subió a 160 pesos moneda nacional. Marzo del '74 marcó un nuevo incremento: 340 pesos el litro de común. Un año más tarde, el litro costaba 480 pesos. Hoy, digámoslo una vez más, el costo es de 1.350 pesos el litro.
Ha llegado la hora de sentar cabeza económicamente. Sí, eso se dice, pero es imposible predecir los vaivenes de nuestro peso. El martirio de los pobres dueños de autos parece, a juzgar por las nuevas perspectivas económicas, que recién comienza. Los costos desmedidos -30 millones un Peugeot, 300 pesos la hora de estacionamiento, 80 mil una cochera, 1.500 pesos el litro de especial, más gastos varios- amenazan ya no sólo la existencia del dueño de un cuidado Ford Falcon sino, por extensión, a toda una industria.
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