Tres años -de principios de 1955 a 1957- le bastaron para anotarse en la lista de los grandes de la historia. Su motor de 3 litros entrega 260 HP y le permite alcanzar aún hoy los 280 km/h de velocidad máxima. El estado impecable no le quita el carácter espartano y crudo a este verdadero pura sangre que vive entre nosotros
Por tercera vez en la historia de esta sección y por ineludible compromiso sentimental con la belleza cinematográfica de su valioso establo, volvimos cámara de fotos en mano a la casa de Jorge Macome. Esta vez en busca de una de sus últimas y más valiosas adquisiciones: el Maserati 300 S ("la Maserati de Bonomi"). Un purísimo pura sangre de carrera de monstruosa figura y comportamiento. La versión dos asientos del monoposto 250 F con el que Fangio logró el Campeonato del Mundo de 1957.
Un aparato de esos capaces de asustar al jinete más mentado con sólo el imponente ronquido de los dos escapes descargando con un gruñido prolongado los 260 HP que producen los tres litros de sus seis cilindros. Uno de los más fieles exponentes de esa época de oro de los coches sport de competición que fue la década del cincuenta.