El auto argentino que nunca existió
Revista Parabrisas Nro 137. Octubre de 1989
Con bombos y platillos a mediados de 1964 fue anunciado el lanzamiento del Vicking 1. Se trataba de un auto con carrocería de plástico, con un muy bajo consumo y un precio tentador que se complementaba con una financiación más que accesible. Lo cierto es que muchos fueron los incautos que cayeron en la trampa
Cuando se encuentran dos o más personas que gustan de los autos, es inevitable que todas ellas se jacten de sus conocimientos en la materia. Así uno dará detalles del Vauxhall 1935, otro recordará exactamente una maniobra de "Rolo" Alzaga en un Gran Premio de TC, o habrá quien dará precisiones acerca de un compuesto de neumático.
Lo cierto es que, como los intelectuales, todos lucirán orondos sus conocimientos. Pero desafiamos a los memoriosos a que recuerden el Vicking, y si pudieran hacerlo a dar sus características técnicas y fecha de lanzamiento.
Si no lo recordó, no se preocupe. El del Vicking es un caso curioso y para explicarlo debemos ir ordenadamente.
Una gran publicidad
Cuando promediaba el año 1964, comenzaron a verse en los diarios de nuestro país, avisos que anunciaban la aparición de un revolucionario vehículo. Se trataba de un sedan cuatro puertas equipado con un motor de 1.468 cm3; que erogaba una potencia de 64 HP a 4.900 rpm.
La carrocería era de polyester, por lo que era inmune a los efectos de la corrosión y duraba -según la publicidad- eternamente.
Lo cierto es que estos avisos se vieron durante mucho tiempo, y no fueron pocos los que, tentados por el bajo valor del auto, se inscribieron en planes de ahorro para adquirir el automóvil.
Exteriormente el auto (como muestra la reproducción del folleto de la época) era una especie de Rambler cruzado con Falcon, y tamaño acorde a las exigencias de la época. Poco después, los avisos del promocionado Vicking anunciaban el apoyo de Parabrisas, que -según ellos- había quedado encantada con las prestaciones del vehículo. Esto nunca había ocurrido por lo que el 24 de agosto del '64, el Directorio de La Carreta S.A. (constructora del Vicking) desmentía todo lo relacionado con nuestra revista. Todo esto, en suma, causó un gran revuelo, especialmente entre quienes habían pagado por un auto que nunca habían visto.
La intervención policial
La Policía Federal tomó cartas en el asunto y comunicó a la población que estaba en presencia de una estafa de envergadura, dando a conocer además el "modus operandi" de la organización. Se recibían los 15.000 pesos de adelanto (cifra que hoy por hoy no dice nada por sí misma) de los cuales se depositaban 1.000 en la Caja de Ahorro. De ahí en adelante deberían pagarse cuotas mensuales de 10.000 pesos hasta completar 95.000. En ese momento se entregaría el vehículo, pero el propietario debería seguir abonando cuotas de 10.000 pesos hasta cubrir al valor del vehículo que rondaba los 700.000. Sin duda una financiación cómoda que tentó a muchos.
La investigación siguió adelante y pudo comprobarse la inexistencia de la fábrica que, según trascendió, no pasaba de un simple taller mecánico.
El informe de la Policía señalaba que los propietarios de la firma (José Armesto y David Marcoveck) se encontraban prófugos.
La historia continúa
Parecía que todo acabaría allí, pero La Carreta S.A. salió al ruedo nuevamente con una solicitada, asegurando que la oficina del juzgado del juez Alvarez Prado, secretaría del escribano Jorge C. Benítez Cruz, había dispuesto certificar que la empresa no estaba interdicta y que ninguna persona integrante de su Directorio estaba procesada.
La solicitada señalaba que "fortalecido el espíritu, probado en la suspensión de lo acontecido en treinta inútiles días y sin heroísmos ni resentimientos, volvemos a la finalidad propuesta: el Vicking I, que será la confirmación de que la HONRADEZ (estaba así con mayúsculas) ha sido siempre nuestra herramienta de trabajo. Tenemos plena confianza que su presencia y realidad compensará cada una de estas horas muertas que hemos vivido.
"Que solamente resta agradecer a todas aquellas personas, entidades organismos y demás, la confianza que mantuvieron y la ayuda que prestaron para rescatar LA VERDAD."
¿Quién tenía razón? Sólo el tiempo daría su veredicto, pero los autos no aparecían. La historia se cierra el 16 de febrero de 1965 cuando la Secretaría de Estado de Industria y Minería en su información Nro 52 decía: "Con motivo de la publicidad que se realiza por distintos medios de difusión ofreciendo en venta automóviles de un modelo denominado "Vicking", la Secretaría de Estado de Industria y Minería informa que en sus oficinas no se registran antecedentes al respecto, ni existen gestiones para producir tales vehículos dentro del régimen de promoción de la industria automotriz... La Carreta S.A. propone dedicarse al armado de automóviles con partes de producción nacional a adquirir en plaza para lo cual proyecta reunir los fondos técnicos y financieros necesarios, con los cuales no cuenta todavía".
Lo cierto es que el Vicking nunca vio la luz. De nada sirvieron los reclamos de quienes pagaban sus cuotas puntualmente que vieron esfumarse las posibilidades de tener la "maravilla mecánica" que les ofrecían. Quedaron algunos puntos sin resolver, como lo dicho por el juzgado, o si se devolvió el dinero a los damnificados.
Nada de eso quedó claro. Como muchas otras cosas en la Argentina...
Estos son recortes de los diarios de la época. A la izquierda, oferta del vehículo. Al lado, la solicitada que niega relación por Parabrisas y completa la noticia de investigación policial
ya sabemos de donde vienen los garcas modernos , usaron la misma tecnica que la iglesia vendieron y promocionaron un producto que nadie vio y no existio nunca
ResponderEliminarQue tiene que ver lo que decis, cabeza de termo
EliminarMuy buena tu reflexión
EliminarQue todo siempre un choreo
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