sábado, 22 de julio de 2023

Autos en el depósito de la Aduana en el año 1969. Bajo un techo oxidado


Revista Corsa Nro. 157. Abril de 1969

En el galpón del sector "C" de la Dirección Nacional de Puertos, cientos de millones de pesos en automóviles descansan a la espera de que sus dueños aparezcan. Cientos de autos que a veces llegan a trescientos. Mustang, Camaro, Alfa Romeo, Citroën, Pontiac GTO ... y muchos más. Todo en un depósito que pide arreglo desde hace años

Un día de tantos, nuestro director nos convocó a una reunión donde nos dijo, en forma directa y sin mayores giros diplomáticos, que éramos casi unos inútiles. “Quiero notas periodísticas... investiguen, pregunten, revuelvan archivos, entrevisten al presidente de la Nación... pero quiero notas importantes... DISTINTAS”. 

Aunque usted no lo crea, señor lector, nosotros también tenemos nuestro corazoncito y nos dolió mucho el darnos cuenta de que éramos unos “zombies”. Tomamos lápices y anotadores y salimos a la calle a buscar la nota. Cualquier cosa que fuera nota Que saliera de lo cotidiano, de la rutina, de las carreras de autos y de entrevistas a corredores o cosa parecida. 
Entonces nos encaminamos a los galpones misteriosos que hay en el puerto y a través de las rendijas que dejaban las puertas oxidadas pudimos ver trompas de autos, techos con tierra, corroídos por los años. Las ganas de entrar a investigar eran mucho más fuertes de lo que se imaginan. Fuimos a Resguardo de Aduana y nos informaron acerca de la necesidad de llevar un permiso de la Dirección Nacional de Aduanas. Dimos vueltas durante dos o tres días y finalmente se consiguió un permiso oral para entrar al galpón de la Dirección Nacional de Puertos, enfrente del sector C del dique 1 en el puerto de Buenos Aires. Había que estar a las once de la mañana del día siguiente.  

Firmes, luego de perdernos en el puerto más de una decena de veces, la embocamos justo y dimos con el galpón y la playa externa donde descansan fierros no tan nuevos pero tampoco muy viejos (léase Chevrolet Impala 59, 60 y 61, Cadillac 58, Ford 56 y algunos Hillman y Humber de la década del 50). 

Por supuesto que hubo que explicar el porqué de nuestra presencia en tan custodiados depósitos de fierros importados. Mostrar las credenciales y por fin poder pasar la puerta con la mirada amenazante de un ovejero alemán. Hablamos con el guarda (Segundo Pardo) y le comunicamos nuestras bonísimas intenciones de sacar unas simples fotografías. “Perfecto, una vez que hayan mostrado las credenciales no hay ningún problema... pero que no pase como hace unos años con un diario, que vinieron acá a sacar fotos, los atendimos correctamente y después sacaron un título a toda página que decía AUTOS TIRADOS EN LA ADUANA... ¡Qué le parece, como para confiar en ustedes!”.

Con nuestra mejor cara de piedra le explicamos que no había ningún problema y que una golondrina no hace verano.

Mientras nos quedamos conversando con el guardia, el fotógrafo se había inmiscuido en el galpón y pocos minutos después lo hicimos nosotros. ¿Qué se imagina que había? No piense porque ni se lo va a imaginar, ni se le cruzará jamás por su mente. ¿Mustang?; los que quiera. ¿Camaro?; los que piense. ¿Mercedes Benz?; los que ha soñado en las noches de invierno con la calefacción prendida y una nórdica de 19 por los Alpes suizos. En fin, para volverse loco. No pudimos menos que pensar en entrar un día que no hubiese guardia, meternos cinco o seis (todos de la redacción de CORSA, gente muy sensitiva) y elegir máquina. Ponerlas en  línea y hacer picadas de 200 metros durante tres días seguidos. Y dare, y darle... y darle hasta que uno quede extenuado y cansado de autos. Pero de pronto nos despertamos y volvimos a la realidad.

Había unos cien autos de todo tipa, marca y modelo. Aunque lo más interesante es que cada uno tiene su historia. Su razón de ser y de estar en ese recinto triste y húmedo.

¿Qué hay y porqué están?

Apenas se entra lo que llama la atención en una recorrida visual muy por encima del centenar de autos estacionados es un rojo y exquisitante Fiat 124 Sport modelo '68 todo virgen y con olor a fábrica. Eso para empezar.  

Empezamos la recorrida de ambas filas de izquierda a derecha y todo tirado en un rincón, cuan grande es, un Pontiac GTO, ese mismo del cuentavueltas en el capó, el de la luneta convexa. Un gran cartel en las puertas, “FOR EXPORT ONLY”. Enfrente, un Opel con las gomas desinfladas y las modificaciones hechas para lisiados. Inmediatamente, un jeep Auto Union 0 kilómetro color ocre y con todos los implementos como para hacerlo delirar a Sánchez Ortega. Bidón de nafta externo sobre uno de los guardabarros delanteros con sus correspondientes correítas de cuero y su candadito. Caja de cuatro marchas, unos asientos recómodos y una posición de manejo ideal por ser un vehículo netamente de campaña. Hasta las llavecitas de luces, contacto, - limpiaparabrisas, etc., tenían un clima increíble.  

Pegadito al jeep, un Alfa Romeo GT 1750 modelo 1968 de la embajada de Uruguay, muy poquito andado, color gris topo. Gomas Michelín XAS y el aspecto aguerrido de todos los Alfa. 

Desparramados por ahí, unas docenas de Mercedes Benz modelos 220, 230 SL Sport, 250, 250 Automatic, 300 Seb y 300 cupé. Con todas las variantes que usted quiera imaginarse. Con bocinas externas que cuestan algo así como 45.000 pesos cada una o 20.000 si es la más chica. Locos, ésa es la palabra. Así estábamos a los diez minutos de haber entrado al galpón.  

Pero éstos son los que más nos llamaron la atención. Los más: difíciles o los más exquisitos. Porque de los americanos, de los “Made in USA”, hay montones. Ford Mustang con distintos motores y potencias. Fast Back y común. Diferentes colores y estados de conservación. Algunos muy sucios y otros muy nuevos. Algunos con gomas desinfladas y parabrisas rotos. Uno de ellos, blanco, fast-back, descansa en el depósito desde hace tiempo. Era de Oscar Cabalén, pero como alguna estampilla estaba mal pegada, la Aduana dijo de acá no sale, y allí quedó. 

Chevrolet Caprice o Chevelle con pala. Los que quiera, y asomando la trompa entre un Mercedes Benz 220 y un 230 SL, un Camaro Rally Sport con trompa de franja negra y motor de 327 pulgadas. Llantas de aleación liviana y neumáticos de los anchos. un MGB modelo 1961, cuatro jeeps Fiat que estaban destinados: a trabajos en la Patagonia que esperan ser embarcados nuevamente o quedar para siempre bajo el techo con goteras. Un Peugeot 403 con chapa de Virginia, Estados Unidos, que hace varios meses está en el galpón de la Dirección de Puertos. Opel y Taunus para lisiados al por mayor, una rural Ford Cortina de la embajada de G.B., un Morris Oxford similar a nuestro Di Tella pero con parrilla diferente. Cinco o seis Citroén DS21 de los nuevos. Sí, de los nuevitos, que cuando gira la dirección los faros internos que lleva dentro del carenado óptico siguen la línea de marcha. Una furgoneta Volkswagen asignada a ALPI. ¿Volkswagen? Miles, del Escarabajo, del 1500 y de los 1700. De turistas que están en el país o que llegarán o para diplomáticos. También hay unos cuantos Humber '54 y Zephir modelo '57.

Y... posiblemente, el auto con una historia que nadie sabe pero que con sólo verlo uno puede novelarla. Un DKW de modelo muy extraño, posiblemente modelo 1940 o por ahí no más, desintegrado. Catorce años que está allí y ya nada queda. Los neumáticos no existen porque están pulverizados por los años. Las puertas, agarrotadas por el óxido que las ha carcomido hasta la médula. Sin tapizado y con la estructura metálica de los asientos mostrándose. La patente es de Suiza y una placa identificatoria hace suponer que perteneció a algún embajador o diplomático. Sobre los trozos de guardabarros delanteros, dos pequeños mástiles que en algún momento habrán servido para poner las banderas de Suiza en alguna recepción importante. Posiblemente no haya sido así, pero verlo, tal cual está, aprieta un poco el corazón. Solo en un rincón desde hace tres lustros, espera que alguien se acuerde de él y lo haga revivir, aunque prácticamente es imposible. Es un auto muerto, y a los que nos gustan los autos se nos hace un nudo ...

La cara insólita está dada por un Renault 4 y un Citroën 2CV, ambos con chapas de Francia. Ambos tienen sus cosas para contar. El Citroën fue encargado por un empleado administrativo de la embajada de Francia, y mientras el auto viajaba a Buenos Aires en barco el empleado dejó de pertenecer a la embajada. Por consiguiente, tenía que pagar los impuestos como cualquier hijo de criollo, y haciendo cuentas le salía mucho más barato comprar un Citroën nacional. Allí está el 2 caballos y quién sabe hasta cuándo. 

El Renault pertenecía a un señor que se le ocurrió ir de voluntario al Medio Oriente, nadie sabe si para defender a los árabes o a los israelíes. Pero el asunto es que... desde que se fue (hace más de un año) nunca más volvió. Otro auto cuyo destino será morir, como el DKW, bajo el tinglado del puerto.  

Afuera hay más. En la playa externa, donde el tiempo hace que los coches mueran más rápido porque están al aire libre, también hay material de sobra. Apenas se cruza el portón sobre mano izquierda hay un desfile de Impalas. El primero un 61, el segundo un 60 y luego cinco Chevrolet Impala '59 similares. Sin parabrisas, ni lunetas, ni gomas y hasta uno sin motor. Oxidados, abandonados y deteriorados al máximo, esperan tener un destino mejor. Pertenecían a los hermanos Todres, muy famosos ellos.

Varios Cadillac remiseros modelos '58 y '59. “Un día a los inspectores se les ocurrió hacer una recorrida por las casas de pompas fúnebres y de remise y pedir la documentación al día de los autos.” Ese fue el momento en que aparecieron varios Cadillac y quedaron tomando sol, viento y lluvia en la playa del sector C. Además, un camión de una empresa de fletes que se lo encontró en jurisdicción de la Prefectura Nacional con unos centenares de cartones de cigarrillos y demás yerbas. Un Torino, un Valiant y un Peugeot completan la lista de autos “no importados” que reposan en el depósito por descubrírseles contrabando a bordo.  

En ese mismo galpón estuvieron durante mucho tiempo los autos de la Panamericana de México (el último fue retirado hace un año), los Lancia Fulvia HF, los Mercedes Benz, el Porsche 911 de Zasada, los F.3 de la temporada 1967 y otros muchos más. 

En un rincón oscuro, entre polvo e indicios de óxido que comienza a florecer, cinco autos “piñados”. Dos Mustang y tres Chevrolet Caprice. Resulta que estos aparatos venían en el barco Moore Mc Cape, de la línea Moore Mc Cormak, y en medio de una tormenta en el Caribe la carga que llevaba del lado opuesto se desplazó y cajones de 4 toneladas cada uno se movieron y hasta algunos cayeron encima de los damnificados Mustang y Caprice. Resultado final: imposible arreglarlos. El seguro pagó en la mayoría de los casos y los autos quedarán para siempre.

Después de un par de horas hurgando entre fierros polvorientos y deseando poder dar aunque más no fuese una simple e inofensiva vuelta manzana, nos decidimos volver a la redacción. Lo miramos desde afuera y no podíamos creerlo. Un galpón con chapas destartaladas y oxidadas, con tremendos agujeros en el techo, que no dice nada, alberga en su interior una suma superior a los 600 millones de pesos en automóviles.

En ese otro mundo que es el del puerto de Buenos Aires, existe este galpón y existen estos autos que nosotros vimos, tocamos y palpitamos. La mayoría tiene dueño -casi todos diplomáticos o turistas-, pero muchos de estos autos que hoy están allí seguirán en el mismo lugar, en la misma posición, con años de polvo encima, con gomas desintegradas y resecas, dentro de diez años. Y también ese esqueleto con aspecto humano que alguna vez fue un orgulloso DKW. 

Nosotros, amantes de los automóviles por excelencia, nos preguntamos al margen de lo que sea decreto o ley. Pensamos humanamente, porque los autos son algo más que un chasis, una carrocería y un motor: ¿Puede un trámite legal o aduanero dejar morir un automóvil sin ninguna razón valedera? La respuesta la darán ustedes.


Cuatro Jeeps Fiat con patente de Pico Truncado (Santa Cruz). Cumplieron con su misión. Ahora esperan


Un Plymouth 61 cubierto de polvo al lado del Mercedes 300 de la Embajada de Bolivia. Al fondo un Chevy Nova


Este Mustang fue traído por Oscar Cabalén. Problemas de estampillas mal pegadas, quizá; lo importante es que dificilmente salga del galpón


Escondido el MGB y al frente un Ford 47 que nadie se explica por qué está allí. Su estado es triste


Los cinco Chevrolet Impala modelo 1959 que pertenecieron a los hermanos Todres. Ahora descansan en el patio externo entre los matorrales que crecen bajo el chasis


Un 230 SL está allí. Lo trajo de Alemania el barco Cap San Diego. Sólo hay que pasarle el plumero y sacarlo a tomar fresco


El nuevo Mercedes Benz 300 Se Cupé a inyección directa. Radiador de aceite adelante del de agua y bocinas externas, muy codiciadas por los que saben


Uno de los damnificados por la tormenta que soportó el Moore McCape. Un Chevrolet Caprice que ya no se puede arreglar

8 comentarios:

  1. Qué locura de colección! Qué habrá sido de esos autos 54 años después? Qué otras gemas más acá en el tiempo habrán ido corriendo la misma suerte todos estos años?
    Saludos. Julián Moreau

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    1. Los coleccionables estaran durmiendo o en garages privados o museos. Tal vez pienso saldran de paseo a alguna expo o evento.

      Los que no se consideran clasicos, posiblemente o estan juntando herrumbre o ya sean desperdicio, bajas. Si no se los compactó por falta de papeles (irregularidades de importacion)

      Es un gusto que alguno que otro se puede dar, restaurar o si el cuero dar adquirir, un clásico. Y por su puesto llevarlo a eventos para que la juventud conzca historia, que un auto es mas que una pantallita, y los mas añosos podamos revivir el pasado añorando otras épocas y repasando esa vieja frase "todo tiempo pasado fue mejor" (aunque no sea tecnicamente asi en todo aspecto)

      Saludos

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  2. Ciando se importaban algunos autos. Hoy no pueden traerte un Fiat Argo (ex Palio) de Brasil.

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    1. Ni los Chevrolet Joy/Joy+ ni los altisima gama Onix y Onix plus.

      Arg... hubieran seguido fabricando el Classic y se llenaban de ventas. Eso si, el LS (base, aire y dh) porque dudo que pudieran importar los modulos de confort de los alzacristales y cierres.

      Creemos que tenemos todo como ispa, hablan y fijan metas increibles, hasta que vemos que no estamos a la altura de nada. Realidad aplasta RELATO.

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  3. No puedo creer que en Argentina existiera alguna vez el Citroen DS , jamàs se vio alguno por la calle . Èsto que sucediò allà por el año 1969 se repitiò durante el año 1982 a raiz del conflicto por las Malvinas Argentinas . De repente quedaron inhibidos en el Puerto algunos centenares de Morris Ital , Austin Allegro, Land Rover 109 y otros modelos britànicos , nuestro modo de "castigar" diplomaticamente a todo articulo procedente del Reino Unido . La cuestiòn es que recien en el año 1984 se ordenò liberar todo el stock para ser rematados al mejor postor. Por haber estado a la intemperie durante tanto tiempo, todos esos autos cero kilòmetro de la British Leyland se encontraban en mal estado de conservacion , por nombrar lo mìnimo las ratas se habian comido parcialmente los tapizados

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    1. Tu comentario deberian leerlo varios que creen que un auto con pocos km rodados pero almacenado por decadas de cualquier forma vale fortunas.

      El correcto almacenaje/guarda de un auto es fundamental y puede convertirlo en un clasico, pieza unica o directamente en basura. Eso si, basura casi sin rodar.

      Y realmente da pena leer el destino que corrieron esos 0km por solo cuestion de castigar a fabricantes que en numeros cuanto perdieron? Valio la pena?

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    2. Igualmente los autos no solonse deterioran por almacenaje, existe un envejecimiento de todo lo plastico que obliga a cambiar monton de piezas cada X tiempo. Excepto que este en un museo y no se use, sino mangueras gomes flexibles y tantas otras piezas se envejecen

      Yo no entiendo cuando te pretenden vender autos que claramente no son ni fueron clasicos a precios ilogicos solo por tener poco uso.

      Un vw 1500, 128 o 147 std no los iava o sorpasso, Duna/uno, Regatta, Marea, Stilo, 505 std y ni te digo los ultimos ST (ya no traian los butacones de los anteriores) Sierra GL o los 2.3 Ghia std, R19 RN/RL y ni hablar del RE, R9 Y 11, R18 junior o los 1.6, R21, y asi podria seguir... NO SON CLASICOS, lo siento pero por poco uso que tengan son autos que al menos yo no les pondria un peso encima y ni loco pagaria las ridiculeces que piden.

      Ahora un Iava/Sorpasso, un buen 1500 GT, un 18 edicion limitada bicolor, un 505 SRI, un Sprint, Sierra cupe 75 aniversario, un R11 turbo, mas varios que me olvido, ya son otro cantar y por estado el precio SI puede subir. Resto son autos viejos con poco uso y nada mas. A no delirar por favor.

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  4. Las imbéciles normativas argentinas... Si fuera negocio para los políticos los sacarían enseguida de ese antro aduanero.

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